Broche de oro

Broche de oro

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Última Actualización:

4 de Septiembre de 2024 a las 18:30

Aprendizaje esperado: asiste u observa espectáculos escénicos que ofrecen la Secretaría de Cultura Federal o las Secretarías de Educación y Cultura Estatales, Municipales u otros, para público infantil.

Énfasis: disfruta de un producto escénico preparado, especialmente, para los niños y niñas de su grado.

¿Qué vamos a aprender?

Reforzarás tus conocimientos de los temas abordados en las clases de artes.

¿Qué hacemos?

Hoy es un día muy especial porque es nuestra última clase de Artes, es por eso que te tenemos una recapitulación de lo que se ha abordado durante este ciclo escolar, a manera de reforzamiento, de una forma muy divertida.

¿Recuerdas que, en las primeras sesiones, hablamos de cómo preparar todo lo necesario para poder montar una obra de teatro? Comenzando con la elección del texto, después, y antes de construir, hacer los diseños de escenografía, vestuarios, personajes, iluminación, etc.

Primero, vamos a recapitular lo que hemos visto en clases pasadas. Lo haremos muy brevemente, sólo para que te acuerdes a qué nos referimos con “escenografía e iluminación”.

La escenografía es parte esencial de una puesta en escena, ya que con ella se representan los diversos lugares donde ocurre la historia.

La iluminación ayuda a que la escena se vea mejor y nos permite crear atmósferas y ambientes, con una composición determinada de luz o luces, podemos cambiar la percepción del espacio y del tiempo.

Para resolver rápido y fácilmente como montar una escenografía, primero es la selección de elementos por un proceso de síntesis espacio-temporal. Se trata de estudiar el escenario propuesto y elegir los elementos mínimos, pero claves, para que el espectador lo entienda y lo vea representado, por ejemplo: Una playa. No es necesario traer varias toneladas de arena, miles de metros cúbicos de agua, cientos de bañistas, lanchas, veleros, etc.

Con poner una silla con una sombrilla playera, un hermoso sol y una estrella de mar, se verá muy bien la escenografía.

En el teatro la iluminación es un elemento necesario para dar color, forma y sentido a lo que se muestra.

Con la luz se pueden comunicar muchas cosas, por ejemplo: si queremos hacer sentir que un lugar es tenebroso, usaremos luces de tonalidades oscuras como luz negra, morada o rojiza, si queremos hacer sentir la nostalgia de un atardecer, seguramente ocuparíamos luces de tonalidades cálidas como el color rojo, naranja o ámbar, todo esto se logra, no sólo con el color de la iluminación, sino también, con la intensidad de la luz.

También te propusimos que procuraras utilizar los materiales que tuvieras a la mano en tu casa.

Recuerdas cuando te comenté que los maquillajes que se utilizan en el teatro, son muy especializados capaces de resistir las luces del escenario y el movimiento mismo del trazo escénico. Normalmente lo que más se cuida son los ojos por ser estos la parte más expresiva del rostro.

El maquillaje y el vestuario en una puesta en escena, como recordarás, estos temas los abordamos antes de la presentación que realizamos de “Francisca y la muerte”, ahí enfatizamos que el maquillaje es de vital importancia ya que se utiliza para destacar ciertos aspectos físicos y característicos del personaje.

Podemos rejuvenecer y envejecer, también convertirnos en monstruos o extraterrestres, todo depende del personaje que vas a representar.

También te mencione que el maquillaje debe adecuarse al estilo general de la obra y al estilo del vestuario elegido, pero resaltando siempre las características físicas y psicológicas de nuestro personaje, hablamos de cómo elaborar tu maquillaje casero o tu vestuario.

Después les presentamos la obra de “Francisca y la Muerte” de Onelio Jorge Cardoso, también investigamos sobre los géneros dramáticos y tuvimos clases sobre tragedia y comedia.

Posteriormente, hablamos de cómo el teatro influye en otras expresiones escénicas, como la radio, el cine o la televisión, revisamos algunos estilos escénicos teatrales y parateatrales.

En la sesión de hoy recordaremos las características de todas estas expresiones escénicas mediante una obra de teatro que preparamos, es la adaptación de “Romance de la doncella guerrera” (Tradición oral española).

Te invito a leerla.

Personajes:

El padre.

La hija.

Don Martín.

La madre.

El príncipe.

La reina.

El rey.

Un narrador.

Escena 1. Tragedia.

El padre: Pregonadas son las guerras de Francia con Aragón, ¿Cómo las haré yo, triste, viejo, cano y pecador?

Después se lleva las manos al rostro como muestra de desesperación.

¡Oh maldita suerte mía! yo te echo mi maldición, que me diste siete hijas, ¡y no me diste ni un varón!

Señalando a la hija.

Narrador: Ahí habló la más chiquita, en razones la mayor.

La hija se dirige a su padre arrodillándose ante él, después se levanta y desenvaina una espada en posición erguida.

La hija: No maldigáis a la suerte, que a la guerra iré por vos; me daréis las vuestras armas, vuestro caballo trotón.

El padre abraza a la hija.

Escena 2. Musical.

La princesa está de frente a un espejo con una venda en la mano, poniéndola sobre su pecho, sobre los pies, se sienta en el piso y se pone las botas, se las quita, se comienza a probar su traje de guerrera pieza por pieza, y lo coloca en su lugar. El padre se asoma dentro del cuarto, ve fijamente todo lo que hace, y comienza a charlar con ella.

El padre: Te reconocerán por tus ojos, hija, que muy bellos son.

La hija: Yo los bajaré a la tierra cuando pase algún varón.

El padre: Te reconocerán al mirar tus pies, que muy menuditos son.

La hija: Pondreme vuestras botas, bien rellenas de algodón.

El padre: Te reconocerán en los pechos, que asoman bajo el jubón.

La hija: Yo los apretaré, padre, al par de mi corazón.

El padre: Tienes las manos muy blancas, hija, no son de varón.

La hija: Yo les quitaré los guantes, para que las queme el sol.

La hija: ¿Cómo me he de llamar, padre? ¿Cómo me he de llamar yo?

El padre: Don Marinos, hija mía, que es como me llamo yo.

Escena 3. Cinematografía.

Un narrador: Dos años estuvieron en guerra, y nadie se imaginaba el verdadero personaje que se escondía detrás de Martín, si no fue el hijo del rey, que de ella se enamoró.

Martín y el Príncipe están dentro de una nave espacial esquivando los rayos que les lanzan los contrincantes, mientras ellos también responden con rayos.

Príncipe: Esquívalos, Martín, ¡derecha!

Martín: Eso es lo que hago, nos ganan en número.

Mientras maneja, Martín se le queda viendo, con amor. En ese momento reciben un rayo directo a la nave que la avería.

Martín: ¡No! Sostente que estamos cayendo.

Empiezan a rodar porque han salido disparados de la nave, inmediatamente se preparan para combatir contra los contrincantes a espadazos.

Martín se queda peleando solo porque el príncipe no deja de mirarlo con ojos de amor.

Don Martín: Príncipe, te necesito.

Príncipe sale del trance y comienza a luchar.

Escena 4. Televisión.

Entra el príncipe desconsolado, cabizbajo al borde del llanto. Al fondo, se oye música triste.

El príncipe: ¡Herido vengo, madre! De amores me muero yo.

La reina: ¿Qué ha pasado? Cuéntamelo todo hijo mío, cuéntamelo ya.

El príncipe: Madre, los ojos de don Martín son de mujer, de hombre no.

La reina: Hijo mío, llévalo de shopping; si don Martín es mujer, corales querrá llevar.

El príncipe con varias bolsas en mano y Martín sin nada.

El príncipe: Oye, Martín, entonces, ¿Qué no vas a comprar nada?

Don Martín: Si ya vaciaste la tienda.

El príncipe: ¿Qué dijiste, Martín?

Don Martín: Este, emmm, decía qué…

Sale el narrador para ayudar a Martín.

Un narrador: Don Martín buscaba las armas, que por eso acompañó al príncipe a la tienda.

Ve a Martín y le guiña el ojo. El príncipe queda desconcertado.

Don Martín: Cierto ¡Qué buena espada es esta para con moros pelear!

Escena 5. Artes circenses.

El príncipe: (Haciendo malabares) Herido vengo, madre mía, amores me han de matar; los ojos de don Martín roban el alma al mirar.

La reina con lentes de sol, sentada, no contesta.

El príncipe: Deja de hacer malabares y pregunta: ¿Madre mía?

La reina: ¿Qué pasó? ¿Ganamos la guerra? ¿Qué haces aquí?

El príncipe: (Comienza a hacer malabares) Madre hazme caso.

La reina: Ok. Te escuché entre sueños, pues mira, llévale a la huerta a descansar, tomar solecito y me llevas a mí también porque ya necesito broncearme.

El príncipe: Haciendo malabares, se desconcentra al escuchar que su mamá quiere ir y se le caen las bolas. ¡Qué! ¿Cómo crees, mamá? No es gracioso lo que dices.

La reina: Ok. No olvides esto, si Don Martín es mujer, a los almendros irá.

Un narrador: (Como presentador de circo) Damas y caballeros, niñas y niños, les cuento que en este acto, Don Martín no ve las flores, una vara va a cortar.

Entra el príncipe haciendo malabares y Don Martín para tomar la vara con listón.

Don Martín: (Agarra una vara con listón) ¡Oh, qué varita de fresno para el caballo arrear! (Agarra la vara con listón y juega con ella, hace pequeña secuencia y sale).

El príncipe: (Deja de hacer malabares) ¡Osh! tal vez si hubiera venido mi mamá.

Sale de escena haciendo malabares.

Escena 6. Mudo.

La madre sentada, el príncipe entra muy decepcionado y triste. Se para frente a su madre, se tira al suelo y se recarga en las piernas de su madre llorando.

Letrero 1.

“Herido vengo, mi madre, amores me han de matar, los ojos de don Martín nunca los puedo olvidar”.

La reina le toca la cabeza a su hijo de forma compasiva y empática en el sentir de su hijo. Le toma la barbilla para que se puedan ver a los ojos. Con la otra mano hace ademanes de estarle diciendo algo.

Letrero 2

Convídalo tú, mi hijo, a los baños a nadar; si el caballero no es hombre, se tendrá que acobardar.

El príncipe y Don Martín en el lago, el príncipe se empieza a quitar la ropa, Don Martín ve para otro lado nerviosa.

Escena 7. Radio.

Conductor: ¡Ufff! Vamos a hacer ejercicio, pero antes voy a sintonizar mi programa radiofónico favorito, se quedó buenísimo la semana pasada.

Para que lo escuchen les dejo este pequeño radio encendido.

Conductor: Bueno, nos vemos en un rato.

Se reproduce música de fondo.

Locutor: Bienvenidos sean todos ustedes radioescuchas a esta su estación favorita APRENDE 3.0 hoy, tenemos un nuevo episodio de su tan afamada radionovela titulada “romance de la doncella guerrera”, tome asiento, póngase cómodo, que damos inicio a este nuevo capítulo.

Narrador: Todos se están desnudando, Don Martín muy triste está.

Don Martín: Cartas me fueron llegadas, cartas de grande pesar, que se halla el conde, mi padre enfermo, parece morir; permiso le pido al rey para irle a visitar.

El rey: Don Martín, ese permiso no te lo puedo negar. Ve a ver a vuestro padre.

Narrador: Don Martín, ensilla el caballo blanco, de un salto se le ve montar, y por unos montes hacia arriba vuela como gavilán.

Despidiéndose, sin marcha atrás, emprendió su cabalgar.

Locutor: Es así, queridos radioescuchas, que hemos llegado al final de este capítulo, pero recuerden sintonizarnos la próxima semana por Aprende 3.0 con un nuevo capítulo de El romance de la doncella guerrera, hasta la próxima.

Conductor: Me dejó en suspenso este capítulo, ¿Que irá a pasar con Don Martín?

Escena 8. Sombras.

Aparece la silueta de la princesa en la pantalla del estereotipicón de un lado y del otro las torres del castillo, ella agita la mano y dice:

Princesa: ¡Adiós, adiós, el buen rey, y tu palacio real! que dos años te serví como doncella leal, y otros tantos te sirviera, si no fuera al desnudar.

La silueta de la princesa sale de cuadro y entra la silueta del príncipe.

Narrador: Óyela, el hijo del rey de altas torres donde está, revienta siete caballos para poderla alcanzar.

Vemos la silueta del príncipe montada a caballo desplazarse, al ritmo de la música. Detrás, se deslizan de izquierda a derecha, silueta de montañas, árboles, casas, etc., para generar el efecto de que la silueta del príncipe avanza a gran velocidad.

Escena 9. Teatro callejero.

A lo lejos se le ve en las escaleras del parque a la doncella vestida de bailarina con aro, haciendo un pequeño acto circense.

El hijo del rey pasa buscándola, observa fijamente a la bailarina, mientras realiza su baile con el aro, y de la nada aparece el narrador.

Narrador: ¡Corre, corre, hijo del rey!

El hijo del rey se asusta, mira al narrador y sale corriendo de frente.

Se ve al hijo del rey buscando entre las jardineras del parque.

De pronto se topa con una estatua viviente, la mira detenidamente y le pone un peso, la estatua comienza a moverse sigilosa y carismática, de pronto saca un letrero que dice, ¡Sigue corriendo hijo del rey!

La estatua deja de moverse, y el hijo del rey levanta los hombros y sigue su camino.

El príncipe en su afán de encontrarla sube al mismo tren que la doncella, pero no consigue verla, ambos realizan el recorrido sin notarse dentro del tren, al término del paseo, la doncella baja y sigue su recorrido por el parque. El príncipe baja después que ella y se encuentra al narrador.

Narrador: ¡Corre, corre, hijo del rey! Buscarla y encontrarla.

El príncipe sale enérgico.

La doncella aburrida sigue caminando.

Encuentra en una banca los accesorios del malabarista y comienza a caracterizarse.

Se para frente al reloj del parque y comienza a realizar malabares, después de tanto correr y hacer, se dirige a un puesto de frutas a comprar, durante ese tiempo se le ve pasar al príncipe constantemente buscándola y sin percibir en donde esta.

La doncella se sienta en una banca a comer frutas, con su traje de malabarista, y desde ahí ve pasar corriendo al príncipe y grita.

La hija: ¡Corre, corre, hijo del rey, que no me habrás de alcanzar hasta en casa de mi padre, si quieres irme a buscar! (Continúa comiendo su fruta y suspira).

Escena 10. Comedia.

La reina se encuentra en el salón. Entra el príncipe corriendo y al mismo tiempo se escucha el alboroto de que su hija está llegando y corren a sentarse como si no pasara nada. La reina esconde al príncipe, rápidamente, aventándole una cortina encima, de repente, la hija entra brincoteando de un lado a otro y con actitud muy alegre y agitada, entra y se frena patinándose.

La hija: Campanitas de mi iglesia, ya os oigo repicar; puentecito de mi pueblo, ahora te vuelvo a pasar.

(Gritando)

¡Abra las puertas, mi padre, ábralas de par en par!

La hija dirigiéndose a su madre y jugando con una bola de cañón y la avienta pegándole al príncipe escondido tras la cortina.

¡Madre, sáqueme la rueca, que traigo ganas de hilar, que las armas y el caballo bien los supe manejar!

La madre esquiva la bola de cañón, arreando para levantar la cortina que cubre al príncipe medio aturdido por el golpe de la bola.

La madre: ¡Abre las puertas, Martinos y no te pongas a hilar! Ya están aquí tus amores, los que te van a llevar.

La reina descubre al príncipe. La princesa lo ve, llevándose la mano a la cabeza, como diciendo: ¡no lo puedo creer!

Esperemos haya sido enriquecedora esta obra.

¡Buen trabajo!

Gracias por tu esfuerzo.

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